No, yo no les escribo a ellos
no sobre masas celulares,
no de humanos,
ni de personas
ni dignas ni esclavos.
No, no al tiempo,
no a los sentimientos
no a los dialogos cruzados,
no a ti ni a mi
no escribo de nadie
y creo
que no escribo en realidad.
No, yo escribo a la realidad,
escribo las historias,
a lo abstracto e intangible
que puede ser un recuerdo.
Escribo a la existencia dependiente,
a quienes he dado vida
en mi imaginario de personas y animales.
Escribo atrapando fotones que algún niño nombró colores,
que algún niño nombró uno a uno
y yo los repito.
A veces creo que no escribo,
que el azar ható mis manos a manchas
y el mismo azar les dio un sonido.
No, yo no canto sin cantar
sin sonido alguno,
canto por que lo quiero
por que lo soy,
por eso canto.
Perderme en el universo que es la mente sin cuerpo,
no creer que es simbiótico
saberse mundo.
No, yo no escribo a la vida,
ella me narra cada instante,
yo derramo manchas
ellas cobran sentido
y sin leerlas son más que nada
y lo son todo
cuando todo acaba.
Poemas
El hotel
Un poco de tabaco, por favor.
De como muere la voz del mundo
Tu
XIX.-
Poema escrito por : T.moreno
¿Por qué te dibujaste a grafito?
¿Ya no quieres que te vea?
Se fueron las migas,
Se fueron con tu recuerdo,
Se fueron y no me llevaron,
Se fueron como si nada.
¿Sabes? La tinta es más firme,
La tinta soporta ya mil años.
¿Por qué a grafito?
¿Ya no existes?
Te fuiste como el viento,
Te pintaste en el mar,
Pero aunque me bañe en ti,
No te siento, ya no.
Maldito árbol que no se queda,
Maldito sea el árbol que…
Sin raíces, no queda sujeto.
Pequeño grafito,
¿Dónde están tus raíces?
Muerto entonando su propio requiem
Un segundo que se delata frente a mis ojos, el tormento de verlo pasar, uno tras otro uno tras otro, solo caminando libre en mis ojos el sabor de la vida, el sabor del frío viento mojando el ultimo suspiro; el cielo, como mirar el enorme cielo sin caer, mirándolo de espaldas me veo en su infinito, no veo nada, pero lo puedo sentir, el frío, el semblante amable del campesino, el olor a flores marchitas, el olor del pasto humedecido por los cantaros de los que veo, silencio, el crujir de sus ojos mirando como estupefactos el final; como no desear el ultimo suspiro de la mañana primaveral, el tardío rocío de sus hojas en mi techo, mi lecho, mi cuna; ¡ha!, el silencio de los pasos sobre la lluvia de sus memorias, sobre mi lecho y mis suspiros de vida en los rincones de ella, vida, vida, vida; camino sobre mis mismos pasos, recostado contra mi espalda mirando el infinito mientras contemplo el paso de las nubes congeladas en el cielo, el cielo de mis años de juventud, como deseo esas carreras sobre la tierra donde duermo, mi boca yerta sobre mis labios, el rocío, el rocío sobre mis pestañas y el campesino corre sobre sus incredulos pies; ahí viene ella; sueño ya sin poder soñar, mirando el horizonte del final en un instante tan corto y maravilloso, como te quisiera recordar, segundo de mi vida, segundo del todo por detrás, lo definitivo; llegando en su caballo con mis ojos perdidos en los suyos, en ese segundo solo imagino los velos. Nunca me gustó el negro, pero me lo imagino justo ahora en las cabezas de los que me ven bajando poco a poco al ultimo instante de mi respiración letal.
Caminando de cabeza
Que fácil pensar en caminar
cuando tenemos las palabras
y esos sueños tuyos dejas pasar.
de piedras calientes y no pensar
como es que te queman las manos
y obedecemos sin criticar.
Quiere vendernos lo que pisamos
aunque se encarga de prender carbón.
Quiere comprar lo que pensamos,
sacarnos del camino el muy cabrón.
Desde lejos dice ser la ayuda
haciéndonos caminar al revés
con las manos en la roca dura
que el calienta mientras no lo ves.
Apaguemos ya esa caldera
de distantes papeles sin valor,
caminemos como antes era
y que el canalla vuelva a su lugar.
Tu sujeta sus pies para quemar
al tirano en su sillón dorado,
mientras el llora vamos a celebrar.